viernes, 18 de marzo de 2011

Platon - La Republica


V. -No hay duda -dije yo-; pero contéstame a esto otro. ¿Cuál es la mayor ventaja que, según tú, se saca de tener gran fortuna?











-Es algo -dijo él- de lo que quizá no podría convencer a la mayor parte de las gentes con mis palabras. Porque has de saber, Sócrates -siguió-, que, cuando un hombre empieza a pensar en que va a morir, le entra miedo y preocupación por cosas por las que antes no le entraban, y las fábulas que se cuentan acerca del Hades, de que el que ha delinquido aquí tiene que pagar allí la pena, fábulas hasta entonces tomadas a risa, le trastornan el alma con miedo de que sean verdaderas; y ya por la debilidad de la vejez, ya en razón de estar más cerca del mundo de allá, empieza a verlas con mayor luz. y se llena con ello de recelo y temor y repasa y examina si ha ofendido a alguien en algo. y el que halla que ha pecado largamente en su vida se despierta frecuentemente del sueño lleno de pavor, como los niños, y vive en una desgraciada expectación. Pero al que no tiene conciencia de ninguna injusticia le asiste constantemente una grata y perpetua esperanza, bienhechora «nodriza de la vejez», según frase de Píndaro: donosamente, en efecto, dijo aquél, ¡oh, Sócrates!, que al que pasa la vida en justicia y piedad,

le acompaña una dulce esperanza
animadora del corazón, nodriza de la vejez,
que rige, soberana,
la mente tornadiza de los mortales


 [L1]No sabemos a cuál de las obras perdidas de Píndaro pertenecería este pasaje (fr. 214 Sn.-M.); pero es lo cierto que la preocupación por el mundo de ultratumba, extraña al hombre homérico, aparece por primera vez, dentro de la literatura griega, en los versos del gran lírico de Tebas (O.11).

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